13.7.09




"El diálogo se hace con actitudes concretas, abriéndose a lo que te está diciendo el otro, no enunciando tu intención de dialogar..."

Resoné con estas palabras del blog de Alejandro Rozitchner al que voy seguido.

Y lo relaciono con otras de Sinaí que decía que pedir disculpas no era tan importante como poder ver al perjudicado, entenderlo y poner en juego los mecanismos necesarios para reparar en el otro aquello por lo que fue herido.

Todo esto me lleva a un lugar de movimiento, donde la palabra no es algo quieto que sale y después de esto nos olvidamos y damos media vuelta para seguir. La palabra necesita un cuerpo que se involucre activamente con otro cuerpo. Que tenga la fuerza necesaria para permanecer en una danza que a veces puede ser dolorosa, porque cuando uno dice escucha.. y lo que oye muchas veces duele.

Pero de ejercitar la palabra la comunicación se va haciendo un hábito posible eh infinitamente necesario para las relaciones.

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