El Italiano que hay en casa ama la pizza. Calculo que esa devoción se leva por cuestiones culturales, la pizza no es más que un reflejo de Italia.
Sin embargo allá se la consume diferente de acá. La pizza es muy finita, viene de indefinidos sabores y combinaciones a las que uno puede acceder diciéndole al cocinero o mozo y por lo general es una pizza entera por persona, no se comparte. Vienen en un tamaño justo. Al principio asusta pero son tan finitas que es posible consumirlas enteras. Si bien no lo logré vi que la mayoría lo hacia sin mayores problemas. Toda la materia prima usada en Italia es de excelencia, el queso tiene un gusto suave y delicioso, los hongos, el jamón crudo.
Piero no había amasado demasiado en su vida, parece que tan solo era un afecto a consumirla en cualquier momento, hora y situación.
En estos últimos días, desde que arremetió con cuerpo entero en la cocina, practica el pizzaje.
Por fin le agarró la mano a los bollitos que levan, él los amasa con un cariño especial, casi con un delicado trato. Y por fin nacen pequeñas pizzitas sin formas definidas.
Con el argumento de probar el tipo de maza, textura, calidad… vamos comiendo día a día diferentes versiones de un único sabor, el clásico. Sabor según el entendido, es el ABC de la catación de la mencionada.
Finalmente no hay horario ni excusa para celebrar con una pizza la instancia de una comida de infinita nobleza y humildad que aporta a los sentidos algo más que sabor, una pasión genuina y persistente en el tiempo que ha llegado para quedarse en este hogar.
1 comentario:
mmmmmmmmmm .... sembra buona! Mi rispondi su FB?
Ciao,
Gianpy
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