
Ocasiones como estas resultaban perfectas para introducirnos en el mundo de nuevos sabores.
Esa tarde nos dispusimos a preparar. Piero cocinó las papitas según una receta de Las Canaria. Yo inventé, como siempre, lo que más o menos asocié a los tubérculos. El resultado fue peleado. Más de una de las variedades no había llegado a hacerse o el estado de dureza era natural, quedaban casi petrificadas. Imposible para mi, medianamente factibles de deglutir para Piero
Apostaba a el Maracuyá aunque no se que raro sortilegio hizo que estén más amargas que comerse en un limón. Calculo que no estaban maduras.
En fin… el riesgo de hacernos los exóticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario