Se llama Randy Pausch, tiene 47 años, es un profesor norteamericano de ciencias de la computación en la Universidad de Carnegie Mellon. Se convirtió en noticia en septiembre de 2007, cuando en su última lección sorprendió a un auditorio de 400 estudiantes con estas palabras: "Tengo diez tumores en el hígado y me restan unos cuantos meses de vida".
Hace dos meses le propusieron que transformara aquella lección en un libro. La última lección , tal es el título.
"Cumple de verdad tus sueños de la infancia" es el título de su última lección.
Estas noticias me conmueven. No por lo que son en si mismas (un foco de luz entre miles de experiencias similares de personas que pasan inadvertidas) sino porque las leo en un diario del domingo como una novedad, "una noticia".
Vivimos rodeados, directa o indirectamente de la infancia. En este caso se la retoma a pasos de dejarlo todo.
Más allá del carisma del profesor y su esfuerzo por ser con sentido en ese proceso trágico de su destino, y las luces americanas, etc, me sorprende su foco.
La infancia está por todos lados.
Me despierta preguntas relacionadas con el motivo de haber perdido la memoria de manera tan rotunda o mejor dicho de habernos desconectado de ese niño que fuimos . Sobre los que hay alrededor y esa brecha enorme que se abre. Allí donde crece una distancia feroz entre las cosas simples que despliega la niñez: el juego, la risa, el contacto, las espontaneidad, la inocencia, la franqueza y el día a día de la vida adulta.
Si todos fuimos niños. Si esa etapa fue la primera lección, ¿porque la olvidamos?