
Domingo en la Boca. Casi estrenando el nuevo edificio de la fundación Proa. Bellísimo, conjugando la modernidad de la arquitectura en la pureza blanca de sus paredes con el riachuelo enfrente, que al primer asomo contrapone Buenos Aires.
La obra de Marcel Duchamp en Argentina. El había nos había visitado en algunas ocasiones.
Ahora era el invitado exclusivo de un espacio que se inaugura con la impronta de su arte.
Más allá de su obra transgresora, jugada, permisiva, me atrajo lo que hay detrás. Duchamp y su capacidad de cuestionarse. Un artista que se piensa a si mismo, a su actividad, que se cuestiona.

Se pregunta sobre el sentido de lo que hace y se propone. Ese es el ejercicio que me inspira. La posibilidad de cuestionarse tan hondo como para trascenderse a si mismo y así, trascender con lo cotidiano. Concibe el readymade, objetos producidos en masa como potenciales obras de arte (rueda de bicicleta, secador de botellas, palas y otros). Transfiere lo cotidiano al mundo del arte.Si cada cosa, concreta, abstracta, pudiese ingresar por esa puerta invisible que es la mirada del artista-persona y ofrecerse al mundo como un receptor museo vivo, todo a nuestro alrededor sería re significado y apreciado desde otra óptica.
Así nos lo propuso él.Esta es la biblioteca - librería de la fundación Proa, no es hermosa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario